Siguiendo a la Polar
La semana pasada me llamó Tomás para invitarme a acompañarlo a la kdd de Cabrera 2009. Era una buena oportunidad para conocer esta isla al sur de Mallorca, que es parque nacional y hay que pedir permisos para fondear, etc. Nos acompaña Jaime, a quien no conocía personalmente, pero si por habernos dejado muchas horas de curro en favor de Anavre, la Asociación de Navegantes de Recreo que fundamos hace unos meses y que trabaja para hacer una náutica más accesible para todos. Ya somos un montón de socios en todo el país. Si todavía no eres socio, ¿a qué esperas?
Jaime vino de Mallorca en avión para hacer la travesía juntos y a la vuelta se quedaría allá y volveríamos a dos. Iremos en el Santa Clara, un Oceanis 510 y navegaremos en conserva con otro velero, un First 32s5.
Salimos algo tarde con una brisa floja, floja, que nos dura una horita y a partir de ahí, toda la noche a motor, a pocas revoluciones para ir siempre cerca del First y controlando los mercantes con la ayuda del AIS. Mar como un plato, unas guardias y una amanecer de película. Llegando a Malloca recibimos llamada del First, pararon motor para bañarse y ahora les suena una alarma d etemperatura al arrancar. Media vuelta mientras Tomás les asesora por la radio en el cambio de un rodete en el sistema de refrigeración. ¡Hay que llevar recambios a bordo!
Alcanzamos Dragonera por la mañana y a partir de ahí ya aceleramos algo para poder llegar al puerto de Sa Rápita y embarcar a Cristina, la mujer de Jaime. Cruzamos Andratx, la isla del Toro, la Bahía de Palma, Cabo Blanco…
Nos abarloamos en el muelle de abrigo, el tiempo justo para que Cristina suba a bordo y salimos del puerto rumbo a la playa de Es Trenc. Nada más salir de la bocana tenemos una parada de motor. Fondeo de emergencia para evitar las rocas y Tomás baja a ver. En 15 minutos ha purgado el circuito (prefiltro, filtro, bomba de inyección) y el motor arranca de nuevo.
Llegamos a Es Trenc y fondeamos, ya de noche cerrada, pero sin las prisas de antes. Cena en la bañera y tratamos de bajar a tierra con la zodiac. Apuntamos hacia las luces que se ven en la arena, voy controlando el fondo con el frontal… dos metros, un metro, craaac.. unas rocas surgen de improviso y tocamos con la hélice. Se parte un pequeño fusible metálico diseñado para estos casos… menos mal que trajimos los remos. Al final en la playa quedan algunos cofrades que ya se iban, así que… a remar de vuelta.
Por la mañana nos quedará una ceñida a más de 8 nudos hasta la isla de Cabrera, ahora con Jaume y Katy que embarcaron desde la playa. ¡Qué bien navega este Oceanis! La entrada a la bahía es estrecha y se se hace bajo la mirada del castillo situado en lo alto del promontorio. Fondeamos amarrando a una boya y nos quedamos embobados admirando esta bahía cerrada, flanqueada por colinas, el castillo, un faro, peces por todas partes… en fin, yo me quiero quedar aquí…
Tomás me acerca con la auxiliar al puertecito (un muelle con 4 casas y una cantina que son lo que queda de la antigua instalación militar que cuidaba la isla). Subo una corta pendiente y llego al castillo, desde el que se divisa perfectamente toda la bahía y la entrada. Estos militares ya sabían elegir bien el sitio, ya…
Continuará…
(de momento puedes ver también el vídeo)