Fuegos artificiales desde el Mar
Anoche hicimos una visita rápida a la costa frente a Sitges para ver los fuegos artificiales desde el mar. El plan estaba claro, salimos una horita antes de Garraf para tener tiempo de sobras para fondear, cenamos algo mientras vemos los fuegos y nos volvemos a puerto. Iremos despacito para acompañar, en conserva, a otros dos veleros pequeños del puerto que también se apuntan.
Nada más salir comprobamos que hay un mar de fondo del E bastante acusado y el viento, como no, de 0,0 kts. Así que izamos la mayor para estabilizar un poco y mientras lo hacemos se para el motor. Carreras abajo, la bomba de gasoil se ha descebado con el movimiento y el motor, frío, no consigue arrancar. Tras varios intentos y la ayuda de un spray de éter (no hagan esto en sus casas y menos delante de niños), el motor arranca de nuevo cuando ya estábamos algo más cerca del acantilado…
Alcanzamos a nuestros acompañantes y les adelantamos pasado el muelle de la cementera de Vallcarca para ir localizando el sitio bueno para fondear. Ya se ven varias luces de motoras y veleros y hemos de esquivar algunos palangres en la oscuridad, pero finalmente largamos el ancla y 20 m de cadena en una sonda de 7 u 8 metros, fondo de arena. Arriamos mayor tan sólo librando el mordedor de la driza, que bien van estos rodamientos Harken 🙂
El barco no se está quieto, tan cerca de la costa las olas llegan en series de un metro de altura, ¡cualquiera se queda a dormir aquí! Así que decidimos posponer lo de la cena y disfrutamos del espectáculo mientras vigilamos de reojo al nutrido grupo de embarcaciones de todo tipo que van llegando. Algunos fondean y otros se quedan dando vueltas a poca velocidad. Cuando empieza el show debe haber más de cincuenta barcas, motoras, veleros y yates fondeados frente al casco antiguo y la iglesia de Sitges.
Momento show pirotécnico, algunas fotos… movidas!
Al finalizar, ya no tenemos ninguna duda, con este sube y baja de mar de fondo no será nada cómodo quedarse a cenar, así que volveremos a puerto y de paso hacemos más hambre. Vuelvo a la proa con un frontal y controlo como sube la cadena mientras pulso el botón del molinete eléctrico. Grito libre! y nos vamos.
La nota triste de la jornada la protagonizó el patrón de una motora gigantesca que decidió hacer una exhibición de su limitación mental dando gas a fondo y pasando entre las decenas de barcas y veleros que estaban levantando el fondeo; haciendo caso omiso a los gritos y bocinas de varios patrones. Tal vez llegó a su amarre en Port d’Aiguadolç dos minutos antes, pero esa maniobra a oscuras en medio del resto de navegantes podía fácilmente haber provocado un accidente.
El disgusto nos lo quitamos a la vuelta a puerto, compartiendo risas, confidencias y una cena entre amigos del pantalán, contando historias de navegaciones pasadas y haciendo proyectos de otras por venir.
Qué he aprendido, o mejor, ¿qué he corroborado en esta ocasión?
- No siempre sale como se ha planeado. Navegando hay que adaptar el plan sobre la marcha. La mar siempre tiene la última palabra.
- El vino blanco está más fresco si lo dejas un rato más en la nevera; lo que al principio parece un inconveniente, se puede volver una ventaja 😉