Traje de agua, botas, zapatos del barco, guantes, crema, otros guantes, un forro… no mejor dos, más ropa por si se moja… la cámara, un par de ópticas, un flash por si acaso… al final acabo con dos bolsas hasta los topes. Pero la primera vez has de pagar la novatada y no se muy bien que necesitaré y que no. Añado un frontal, un saco de dormir y ya no me cabe… dejo un forro. Cogeré un tren y así no dejo el coche en Sitges tantos días. Además a la vuelta iremos a Mataró y será un lío ir a recogerlo.
Me llama Tomas, él iba a Garraf y me puede acercar a Sitges pero sale ya. Corro a comprar comida, la cola del súper interminable, para variar. Tomas me llama, ya está en la puerta! Vuelo a casa, cojo la bolsa y llego al coche que parece que me mude de piso, pero es lo que hay. Comida en el CN de Garraf (Hay que ver ese pueblo. Es increíble!) vemos su barco y bajamos a Aiguadolç en el coche de David, un tipo que amarra su cata allí y que se ha pasado 10 años navegando por el Pacífico. Encontramos al Naruto y a Dani y Héctor que lo han traido desde Mataró. Dejo unos trípticos de Anavre en las bolsas de los participantes que hay que aprovechar cada ocasión de promocionar y José María, el organizador de la Regata Ophiusa ha colaborado encantado en ello.
9:00 Briefing en el hotel de Aiguadolç. La parte méteo muy bien explicada con proyección de GFS y GRIBS y buena interpretación. Tenemos un SW suave para empezar, una encalmada prevista para la noche y la entrada de vientos del SE para mañana, que rolarán a SW por la tarde noche con posibilidad de chubascos. Ahora sólo queda por decidir si dejamos Ibiza por Br o por Er, que es opcional.
12:10 Salimos bastante bien, detrás del Cometa, el Ninuriata de Jan Santana y otro. Toni decide seguir cerca de la costa para garantizarse la brisa hasta el atardecer. Bajamos hasta la térmica de Cubelles a muy buen ritmo y ahí el viento rola un poco por lo que viramos a rumbo 180º, apuntando a Ibiza. Trimamos velas constantemente, punteando para lograr la mejor ceñida y ajustando sin descanso para sacar décimas de nudo extra. Los contrincantes tampoco regalan nada. Al poco de arrumbar mar adentro oimos un resoplido y un Rorcual asoma la cabeza y vemos correr todo el lomo y una pequeña aleta. Un bicho enorme. Al poco unos delfines empiezan a jugar con la ola de proa del Naruto. Todo esta magia ya hace que valga la pena el viaje.
El sol cae mientras nos acercamos a la plataforma de Casablanca. Ahora están construyendo una segunda torre. Izamos el spi para aprovechar hasta la más mínima brisa. Al rato casi nos detenemos por completo. Ha llegado la encalmada.
Todos haciendo banda a sotavento logramos poner en marcha de nuevo al barco y así transcurre una noche mágica, de luna llena, mar de aceite y silencio sólo roto por el murmullo del agua sobre el casco y algún chapoteo de delfines que pasaban a saludar. Otro momento mágico.
Amanece cubierto. Hace frío. La borrasca anunciada ya está encima nuestro. El viento empieza a soplar de E-SE, como indicaba el parte. Hay que pasar por Tagomago. ¡Lo tenemos tan claro! Ceñida rabiosa con ola de cara durante unas horas. Se hace interminable. Cambio de planes y apuntamos a Es Vedrà, tras un rato avanzando rápidos, pasamos de 20 nudos de viento a una calma absoluta. Toda una hilera de barcos parados. Miramos arriba, una hilera de nubes marca la convergencia, al otro lado, tal vez a una milla, está soplando de W, pero como no vayamos remando… Ponemos el spi y damos media vuelta buscando la señal sobre el agua que dibujan las rachas de brisa. Poco a poco cogemos velocidad y nos ponemos en marcha de nuevo. Parece que al fin será por Tagomago. ¡Lo teníamos tan claro!
Oscurece antes de alcanzar la isla. La carta indica una losa oculta en el canal entre Tagomago e Ibiza, así que tenemos que ceñir más todavía para rodearla. La nube negra sobre nuestras cabezas empieza a relampaguear y tomamos un rizo. Al instante, el viento rola 180º y empieza a soplar a 20 y 30 nudos del W. Todos en banda y trabajando a tope la escota de la mayor, planeamos con puntas de más de 11 nudos durante casi dos horas. Eso nos da ánimos de nuevo, nos hemos mojado pero al menos ha servido de algo. Además no hemos roto nada y nadie se ha hecho daño, doble victoria. El viento calma al enfilar los Freus, zona de bajos entre las islas, la sonda marca solo 8 metros cuando pasamos entre las marcas. Me gustaría más pasar esto de día, pero es lo que hay, y ya queda poco. Al otro lado hay más ola, seguro que los que fueron por el W de la isla también han tenido un buen meneo. Ya vemos las luces del puerto de La Savina, cruzamos la boya a la 1: 30, tras 37 h 29′ de navegación. Cansados pero contentos. Nos abarloamos al muelle y a dormir, ya nos ducharemos mañana!
Mientras me duermo, pienso que estoy contento de la experiencia: condiciones variadas, trimado y cambio de velas incansable, siempre buscando la máxima velocidad, estrategias, viento nulo, flojo, medio variable, fuerte, racheado, mar en calma, rizado, olas…
El día siguiente Formentera tenía otro significado distinto a las anteriores veces en que había estado (llegando en avión a Ibiza). Día de charlas de pantalán y comentarios de sobremesa con E-clipse, Ventarrón, Mundo Redondo y Corintian, hablando de Minis, de proyectos, de Córcega… pero eso ya es otra historia.
Tras la cena y entrega de premios, y la sospecha de que no todas las regatas las encontraré tan bien organizadas, con tanto cariño y eficiencia, largamos amarras y cruzando la bocana vemos un arco de luna (como un arcoiris pero blanco) entre las nubes y la llovizna. Surrealista, como lo fué todo el viaje de vuelta, pero eso también es otra historia 🙂