Los amigos de Chocolat Factory se han enrollado y nos han montado una regata. A disputar entre El Masnou y Mataró este fin de semana y el que viene.
La de hoy nos ha ido bastante bien. Un día que empezó medio nublado pero con buen viento y aunque ha habido algún momento de descoordinación el resultado ha sido bueno. El domingo que viene concluye el evento, así que tocará ir a darlo todo para mantener esa posición.
Fin de semana completo en el puerto de El Balís -Sant Andreu de Llavaneres-, sede de la Setmana Catalana de Vela de este año. Las primeras impresiones, fenomenales. Un montón de veleros de todas clases. y el puerto lleno a reventar de participantes poniendo a punto sus embarcaciones. Una cantera tremenda de niños y jóvenes compitiendo en Optimist, Láser, Catamarán, Patín de Vela, 29ner… y por supuesto Cruceros.
Salimos del puerto tras descargar parte del peso innecesario (balsa, velas que no usaremos, cajas de herramientas) aunque sin exagerar; hay quien le quita hasta los armarios a fin de eliminar peso y tener algo de ventaja. Aún no somos tan fanáticos; aunque todo llegará. De camino al campo de regatas, donde ya ha llegado la mayoría de los veleros, izamos mayor y génova y vamos ajustando los pequeños detalles necesarios para sacar todo el rendimiento a las velas de regata que llevamos: tensión de drizas, pajarín, cunningham, backstay…
En los cinco minutos previos a la salida ya se ve, en la agresividad de los participantes, que esto no es la regata dominguera de club a la que estoy acostumbrado. Los gritos son más fuertes, las maniobras más radicales y se pasa todavía más cerca de los otros barcos. Algunos patrones más curtidos toman el pulso a sus contrincantes para ver hasta donde son capaces de arriesgar… y así tomarles ventaja en la salida o forzarlos a salir fuera de línea.
Tomamos la salida bastante bien pero al poco, otros veleros mayores nos empiezan a desventar y nos dejan casi clavados, así que virada y cambiamos al bordo mar adentro. Como vamos casi solos, el viento más limpio nos da la sensación de velocidad, pero llegando a la boya de barlovento (al E-NE) ya vemos que la opción táctica ha sido la mala. Viramos boya, izamos spi, pero no acaba de inflarse bien, entre el poco viento y un trimado incorrecto. Desesperación, nervios, se arreglan cuatro cosas y empezamos a correr de nuevo. Llueve un poco. La regata son dos tramos de barlovento y dos de sotavento. En el segundo tramo empezamos a recuperar algo, pero el viento cada vez más débil nos impide alcanzar al grupo de cabeza.
Al finalizar la regata, el viento cayó del todo e impidió celebrar las previstas a continuación, así que tras un buen rato esperando a flote, nos mandan de vuelta al puerto, donde entramos sorteando las docenas de embarcaciones de vela ligera que llegan remolcadas por las zodiacs de la organización. El resto de la tarde lo pasamos entretenidos repasando las velas 😉
La mañana siguiente amaneció con una previsión de viento un poco mejor. Había rolado a S y el sol que se dejaba ver a ratos iba calentando la brisa. Saludamos a l’Oreig, un A35 que contaba a bordo con algunos tipulantes habituales de Mataró (José y Toni). Es un barco que me gusta mucho desde que probé uno igual un día subiendo a Rosas.
La primera regata tuvo dos salidas anuladas porque bastantes barcos traspasaron la linea de salida antes de tiempo. A la tercera va la vencida, pero esta vez nos la saltamos nosotros y no nos dan opción de repetir, habían izado bandera negra que significa que el que se pase queda descalificado 🙁
¡Pues vaya! Así que hemos de esperar a la siguiente regata, pero para aprovechar el tiempo vamos hasta la boya y a la vuelta hacemos un entrenamiento de trasluchadas con el spi. Óscar dirige, Quico nos da instrucciones… y a base de muchos intentos le acabamos cogiendo el tranquillo. De modo que en la siguiente regata hicimos un par de trasluchadas en el tramo hacia la boya de sotavento que salieron perfectas y nos permitieron alcanzar a varios barcos.
Pero bueno, dejo de dar la chapa y… adentro vidrio… digo vídeo.
Acabada la regata Ophiusa, tras un día fantástico, descansando, redescubriendo algunos rincones de la isla; dejándonos invadir por la calma y la luz de Formentera, tocó el momento de partir. Tuvimos que esperar unas horas a que amainase el fuerte viento de N y así no encontrar tanta mar de proa que haría incómodo y lento el viaje. Partimos cerca de las 18:00, esperando encontrar abrigo a lo largo de la costa de Ibiza durante las primeras horas de la travesía. Iremos cuatro, pues Quico y Marc se encargan de ayudar a traer al Cometa (Un Salona 37) de vuelta a El Balís; su armador se ha lesionado una mano y ha tenido que volverse en avión
Al poco de superar la isla de Tagomago, la mar de fondo se dejaba notar. Generada probablemente por la tramontana del Golfo de León, aquí llegaba una ola larga que no llegaba a ser incómoda. Parece que elegimos bien la hora de salida. Por la VHF se escuchaban los reportes de veleros que habían decidido salir por la mañana y que mantuvieron una media penosa de 3 kts con frecuentes pantocazos y el viento de proa constantemente.
Al oscurecer no teníamos casi viento, motor a 2600 RPM y encendemos las luces de navegación. Yo me acuesto pronto, tengo sueño así que haré una guardia más tarde. Me despierto sobre las 03:00, está entrando algo de viento y rolando a E. Por la radio escuchamos barcos que, unas millas más adelante anuncian rachas de 20 kts. Rizamos la mayor en previsión, siempre es más cómodo hacerlo antes de que entre la castaña, y más de noche. Óscar va al palo con el arnés y yo ayudo desde la bañera. En 5 minutos queda listo, y 5 minutos más tarde nos encontramos el viento anunciado.
Me paso varias horas al timón, identificando constelaciones, algunas de memoria y otras en una aplicación del iPhone de Óscar que con sólo apuntar al cielo te dice cuál es cuál. Acojonante eh!
Por estribor se ve la contaminación lumínica de la isla de Mallorca, reflejada en la capa de inversión, que se aleja dejando sólo la luz intermitente del faro de Cabo de Formentor, 4 destellos, 20 segundos y vuelta a empezar.
Una luna enorme, que aparece poco antes del amanecer nos deja sin estrellas. Hace frío y la humedad va calando poco a poco. Me cubro bien y espero al mejor momento de la travesía: el amanecer en el mar. Cuando llega estoy tan tieso que ya no estoy tan seguro de que sea el mejor momento de la travesía, pero agradezco que salga el sol para ir desentumeciendo todo el cuerpo.
El sol trae más viento, del través. Seguimos con un rizo y con solo la vela mayor conseguimos medias de 7 nudos. Ahorramos combustible que queda poco. Los delfines vuelven a visitarnos y el día transcurre tranquilo hasta el atardecer. Ya frente a Barcelona izamos «la metralleta asesina», el asimétrico para ventolinas que nos salvó en Tagomago, y que aquí nos ayuda a mantener un poco la media… aunque por un rato y a un rumbo que ya no nos conviene. Acabaremos encendiendo el motor y enfilando directamente a la bocana del Port de Mataró.
Aquí un vídeo de la travesía de vuelta. Si lo ves demasiado largo deja un comentario y el próximo será más breve 🙂