El miércoles subo a Llafranc con Aitor y nos encontramos con Jordi. Hemos quedado para subir un velero a Rosas, El Rebufff, un Archambault A35.
Lleva varios días soplando Tramontana y hay un mar ya establecido de proa que nos va a acompañar buena parte del viaje, al menos hasta pasar Cap de Bagur. Por eso nos enfundamos los pantalones de agua ya en el puerto, aunque aún hace bastante calor.
Gregal de unos 18 nudos con rachas de 20 ya a la salida del puerto. Izamos una mayor de dacron para transporte, y un foque 3 que debe ser de kevlar o algo así. El barco corre que se las pela, y aunque llevamos bastante vela para el viento que hace, se aguanta bastante bien. Jordi me dice que es debido a la relación lastre-desplazamiento, que en este caso es del 40%. O sea, que tiene mucho peso en el lastre y poco encima de cubierta. Eso hace el barco más seguro y más cómodo porque no escora tanto.
Poco más de cuatro horas para plantarnos en Rosas. Os dejo unas imágenes.
Esto de las regatas tiene su gracia. Las maniobras son complejas, eso no puede negarlo nadie. Se trata de coordinar a varias personas para ejecutar una coreografía de movimientos impecable, siempre adaptada a las características del viento, las olas, las reacciones del timonel y de los otros barcos… En definitiva, que cada maniobra es distinta a la anterior, y a menudo se lía un pollo, aunque no siempre nos toca a nosotros.
La vuelta a casa tras la regata. Veintipico nudos por la aleta y planeando con sólo la mayor izada. Lluis rompe el record con 13,7 nudos y yo me he de conformar con 11 y pico (que no esta mal para lo grumetillo que soy)
Una selección de imágenes de la regata. Una delicia con vientos portantes (y algunas encalmadas, todo hay que decirlo), con la mar siempre plana, puestas de sol y amaneceres de foto.
